Usá los sentidos: observá el color, el olor y la textura. Si algo huele mal, cambió de color o presenta hongos, mejor descartarlo.
Conservación es clave: los productos bien cerrados y almacenados en lugares frescos y secos
duran mucho más.
No arriesgues con productos frescos: carnes, pescados, lácteos frescos y comidas preparadas deben respetar más estrictamente la fecha.
Rotulá en casa: si abrís un paquete, escribí la fecha de apertura para tener un mejor control.
Confianza con precaución: muchas veces se pueden consumir alimentos vencidos, pero ante la
duda, es mejor prevenir.
Aprender a distinguir entre “vencido” y “en mal estado” puede ayudarte a ahorrar dinero, reducir el desperdicio y tomar decisiones más responsables en la cocina. Con atención y sentido común,
muchos alimentos siguen siendo perfectamente comestibles mucho después de la fecha que
figura en el envase.