1. Dormir mal.
Cuando no duermes bien, todo se ralentiza, incluso el flujo sanguíneo. Te sientes cansado y con frío, sin importar la estación.
2. Permanecer sentado demasiado tiempo.
Las largas horas en el escritorio (¡hola, teletrabajo!) pueden reducir la circulación. Incluso caminatas cortas o estiramientos pueden ayudar a calentar el cuerpo.
3. No comer lo suficiente.
Saltarse comidas o seguir una dieta estricta puede reducir el consumo de energía del cuerpo. Y eso suele significar tener las manos y los pies fríos.
4. Estrés.
Las emociones fuertes pueden enfriar las manos. Las hormonas del estrés, como el cortisol, pueden afectar la circulación sanguínea.
5. Fumar.
Fumar daña los vasos sanguíneos, haciéndolos menos sensibles al frío. Tener los pies fríos podría ser una señal.
6. Postura incómoda.
¿Sentarse con las piernas cruzadas o apoyarse en un brazo demasiado tiempo? Esto puede restringir el flujo sanguíneo temporalmente. Un cambio rápido de postura puede ser beneficioso.
¿Cuándo debería preocuparse?
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