El esposo obligó a su esposa a abortar al bebé para poder estar más libre con su amante. Pero ella eligió dejarlo todo, huyó a Cebú y en secreto dio a luz a gemelas. Siete años después, regresó con sus hijas para que su exmarido sintiera el castigo en cada paso.

En octubre dio a luz a gemelas en un hospital distrital. Las llamó Amihan y Liway, con la esperanza de que sus vidas fueran tan serenas y fuertes como sus nombres.

Pasaron siete años. Ahora Marites era dueña de una pequeña florería en la calle Colón, con lo suficiente para mantener a las tres. Las gemelas eran inteligentes: Amihan, risueña; Liway, seria… pero ambas adoraban a su madre.

Una Navidad, mientras veía las noticias, Marites vio a Adrián en televisión: ahora era un empresario exitoso en Tagaytay, dueño de una cadena de restaurantes, casado con Catriona, su antigua amante. Tomados de la mano, sonreían a la cámara como una familia perfecta.
Pero la sangre de Marites ya no hervía. La rabia había desaparecido; solo quedaban la decepción y una risa amarga.

Miró a sus hijas, ahora hermosas y llenas de vida. Niñas que su padre alguna vez quiso abortar, pero que ahora eran su mayor fortaleza.

Esa noche, escribió en su cuenta de Facebook, que llevaba siete años en silencio:
“Estoy de vuelta. Y ya no soy la Marites de ayer.”

El Regreso

 

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