El hijo rico empujó a su madre paralizada por un acantilado, pero se olvidó de su fiel perro y el final.

—Necesita acompañarnos a declarar. Hay inconsistencias en su relato.

Bruno se sentó junto al agente, como si aprobaba la decisión. Cuando Alberto intentó acercarse al perro, este retrocedió, mostrando un gruñido bajo y doloroso, como si supiera exactamente lo que había hecho.

Horas después, en la comisaría, ante la presión de las pruebas y las preguntas, Alberto terminó derrumbándose. Confesó entre lágrimas, no por arrepentimiento, sino por miedo. Y fue precisamente Bruno quien, sin proponérselo, había desencadenado toda la cadena de sospechas.

El caso conmovió a la opinión pública. El perro fiel fue adoptado por la pareja de excursionistas, mientras el juicio avanzaba lentamente. Muchos se preguntaban cómo alguien podía llegar tan lejos por ambición.

Y tú, lector o lectora…

 

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