Hay un silencio pacífico, como el que compartes mientras miras un atardecer juntos. Y luego está el otro: el que pesa, el que congela y el que distancia. En el amor todos pasamos por periodos de tranquilidad, pero algunos silencios no son triviales. A veces esconden malestares más profundos que es necesario saber reconocer.
El silencio en la pareja: beneficioso… excepto en estos 4 casos
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Castigo por silencio: cuando nos ignoramos unos a otros para “hacer llegar un mensaje”
Después de una discusión, uno de los socios puede cortar toda comunicación. Se cree erróneamente que este silencio calmará las tensiones. Pero este silencio, lejos de tranquilizarnos, actúa como una puerta que cerramos de golpe sin volver jamás.
En Francia, casi diríamos que este silencio es “enfurruñarse en un rincón”. Sin embargo, como señalan muchos terapeutas, el silencio utilizado como arma es destructivo. Se crea una brecha. En cambio, una simple frase como: “Necesito unas horas para calmarme” lo cambia todo. Demuestra que respetamos a los demás, incluso en los desacuerdos.
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El silencio del vacío: cuando ya no queda nada que decir
Hay una gran diferencia entre un silencio cómodo y un silencio incómodo. Si con el tiempo los intercambios se hacen más raros, si las comidas se toman en silencio y se buscan las palabras como quien busca un paraguas bajo la lluvia , puede ser señal de que algo se ha perdido.
Pero no os asustéis: esto no significa que todo haya terminado. Las parejas duraderas evolucionan. Las acaloradas discusiones del principio dan paso a momentos más profundos, pero también más tranquilos. ¿El secreto? Reavivar la llama con nuevas experiencias, redescubrir el interés por los demás como una novela releída con ojos nuevos.
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El silencio final: cuando evitamos las conversaciones reales
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