El silencio es saludable en una relación, excepto en estas cuatro situaciones

Este silencio es el más traicionero. A menudo surge después de conflictos no resueltos. Evitamos hablar para no reavivar tensiones, pero en el fondo es el miedo el que nos domina. Nos quedamos callados, lo asimilamos… hasta que llega el día en que nos derrumbamos.

En el lenguaje de los psicólogos, hablamos de evitación emocional  : una forma inconsciente de evadir los propios sentimientos. Sin embargo, establecer límites emocionales es un signo de madurez. Decir:  “No estoy listo para hablar ahora, pero lo haré más tarde”  puede aliviar mucha tensión. La clave es no dejar que el silencio  se convierta en una forma de operar.

  1. Silencio digital: cuando responder se convierte en un esfuerzo

Recibir un mensaje de tu pareja y no tener energía para responder… pasa. Pero si se convierte en un hábito, ya no es una cuestión de horario, es una señal.

En el amor no hace falta hablar todo el día, pero sí es imprescindible querer mantener la conexión. Si un mensaje simple como  “Estoy ocupado, te responderé más tarde”  se vuelve poco común, puede ser porque la relación  está perdiendo prioridad lentamente . Y un silencio en los mensajes puede llegar a ser tan ruidoso  como un distanciamiento cara a cara.

Aprendiendo a decodificar los silencios

No todos los silencios deben ser desterrados. En una pareja, el silencio puede ser hermoso, dulce, cómplice. Pero cuando se vuelve incomprensible, pesado o fuente de ansiedad, es hora de hablar. Porque como en una buena película francesa, a veces basta una palabra para cambiarlo todo.

Conclusión :

En una relación, el silencio es como el pronóstico del tiempo: puede anunciar buen tiempo o tormenta. Lo importante es aprender a leer entre líneas.  Más vale una palabra imperfecta que un silencio hiriente.  Hablar, incluso decir que no se sabe qué decir, es ya amar.

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