El impacto social fue inmenso. Se revisaron casos antiguos, se destaparon redes de corrupción médica y judicial. Mujeres de toda España enviaron mensajes a Elena agradeciendo su valentía.
Un mes más tarde, Elena dio a luz a una niña sana: Alba.
En el hospital, el juez Herrera la tomó en brazos con lágrimas en los ojos.
—Bienvenida al mundo, pequeña. Aquí, sí estarás a salvo.
Elena por fin respiró sin miedo. No había riqueza ni poder que pudiera robarle aquella paz.
Y mientras veía a su hija dormir, supo que todo su dolor había salvado no solo su vida, sino la de muchas otras mujeres.
Porque cuando una mujer se atreve a contar la verdad, ninguna historia queda enterrada.
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