La parte más importante es el amor verdadero, el que conecta dos espíritus de manera tan profunda que pueden crear vida nueva juntos. Sus palabras colgaron en el aire entre ellos como promesas no pronunciadas. Paloma sintió lágrimas quemándole los ojos, pero por primera vez en años no eran lágrimas de tristeza, eran lágrimas de una esperanza tan intensa que dolía físicamente.
“Ayana”, murmuró, pero él puso un dedo suavemente sobre sus labios. SH, susurró, acercándose hasta que pudo sentir su aliento cálido contra su mejilla. Algunos sentimientos son demasiado sagrados para las palabras. El primer beso llegó como la lluvia después de una sequía eterna, suave al principio, casi reverente, como si él entendiera que estaba tocando algo que había estado quebrado durante tanto tiempo, que cualquier presión adicional podría hacerlo añicos. Pero cuando Paloma respondió, entregándose al momento con una pasión que no sabía que
aún poseía, el beso se profundizó hasta convertirse en una declaración silenciosa de amor y promesa. Cuando se separaron, ambos temblaban. Paloma se dio cuenta de que por primera vez en su vida había sido besada por un hombre que la veía completa, no como una función que debía cumplir o un problema que debía resolver.
Aana la miraba como si fuera un milagro, algo precioso que había llegado a su vida cuando más lo necesitaba. Esto es peligroso susurró ella, aunque no se apartó de sus brazos. Si el pueblo sospecha, si alguien ve, el amor verdadero siempre es peligroso”, respondió él, acariciando su mejilla con una ternura que la hizo derretirse. Pero vivir sin él es más peligroso todavía.
He estado muriendo lentamente desde que perdí mi libertad, pero contigo, contigo he comenzado a vivir otra vez. Los días siguientes fueron un baile delicado entre la discreción necesaria y el amor creciente que amenazaba con consumirlos. Durante el día mantenían las apariencias cuando había visitantes o cuando salían al pueblo para comprar provisiones.
Pero por las tardes, cuando estaban solos en la casa, se permitían momentos de intimidad que iban mucho más allá de lo físico. Aana le contaba historias de su tribu, de la libertad de correr sin límites por las montañas, de ceremonias bajo las estrellas donde los espíritus hablaban directamente al corazón de su pueblo.
Paloma compartía sus propios sueños rotos. sus años de sentirse invisible, la soledad que había carcomido su alma hasta casi destruirla. En mi tribu hay una ceremonia para las mujeres que han perdido su conexión con la madre tierra. Le confió a una noche mientras contemplaban las estrellas desde el pequeño patio. Se llama El despertar de la luna.
Las curanderas preparan medicinas especiales y la mujer pasa tres noches en ayuno y oración pidiendo que su fertilidad regrese. Pero la parte más importante sucede cuando encuentra al hombre cuyo espíritu puede despertar el suyo. Paloma se acurrucó más cerca de él, sintiendo el calor de su cuerpo como una promesa de vida nueva.
¿Crees que funcionaría para alguien como yo? Para una mujer mexicana. El amor y la medicina no conocen fronteras”, respondió él besando la corona de su cabeza. La madre tierra no ve diferencia entre una mujer apache y una mexicana cuando ambas necesitan sanación. Pero su felicidad secreta no podía permanecer oculta para siempre. Los rumores comenzaron como susurros apenas audibles en el mercado.
Miradas sospechosas cuando salían juntos para buscar hierbas medicinales. Comentarios velados sobre cuánto tiempo pasaban a solas. La transformación física de Paloma era imposible de ignorar. Su piel brillaba con nueva vitalidad. Sus ojos habían recuperado una luz que había estado ausente durante años y caminaba con una gracia que hablaba de una mujer que había redescubierto su propia belleza.
Esa paloma herrera se ve diferente últimamente”, comentaba doña Beatriz en la panadería con el tono venenoso de alguien que disfruta sembrar discordia. “Una mujer estéril no debería brillar así, a menos que esté pasando algo indecente en esa casa.” Los comentarios llegaron a oídos de don Fernando, quien no había perdido completamente su sentido de posesión sobre la mujer que una vez había sido su esposa.
Su orgullo masculino se sintió amenazado por la idea de que Paloma pudiera estar encontrando felicidad con otro hombre, especialmente un salvaje apache. Una tarde de diciembre, cuando el aire frío anunciaba la llegada del invierno, Fernando apareció en la puerta de paloma acompañado por dos hombres del pueblo. Su rostro mostraba una furia apenas contenida que hizo que el estómago de ella se encogiera de miedo.
Paloma dijo con voz peligrosamente controlada. Hemos venido a verificar que estés cumpliendo apropiadamente con tus responsabilidades hacia el prisionero. Han llegado a nuestros oídos rumores preocupantes. Aana apareció desde la parte trasera de la casa llevando un fardo de leña. Su presencia inmediatamente tensó la atmósfera, como dos depredadores evaluándose mutuamente.
Aunque las cadenas habían sido removidas semanas atrás como recompensa por su buen comportamiento, era obvio que seguía siendo visto como una amenaza. ¿Qué clase de rumores? Preguntó Paloma, levantando la barbilla con una valentía que no sentía completamente.
Rumores de que has olvidado cuál es tu lugar, replicó Fernando mirando significativamente hacia Ayana. Rumores de que estás permitiendo que este salvaje te corrompa en lugar de civilizarlo tú a él. La palabra salvaje resonó en el aire como una bofetada. Paloma sintió una furia tan intensa que la sorprendió con su ferocidad. Durante años había aceptado los insultos dirigidos hacia ella, pero escuchar a Fernando hablar de Aana con tanto desprecio, despertó una fiereza protectora que no sabía que poseía.
Ayana no es un salvaje”, declaró con voz clara y firme. “Es un hombre de honor, inteligencia y sabiduría que vale más que todos los hombres civilizados de este pueblo juntos.” El silencio que siguió fue tan profundo que se podía escuchar el viento susurrando entre los árboles. Fernando la miró como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar, mientras los otros hombres intercambiaban miradas de shock y disgusto. “Has perdido completamente la razón. murmuró Fernando.
Pero había algo más que sorpresa en su voz. Había miedo. Miedo de una mujer que ya no se inclinaba ante su autoridad, que había encontrado algo que la hacía más fuerte que todas sus amenazas. He encontrado la razón por primera vez en mi vida”, replicó Paloma acercándose instintivamente hacia Ayana.
He encontrado a alguien que me ve como una mujer completa, no como una posesión defectuosa. La confrontación podría haber escalado a algo peor, pero Aana intervino con la sabiduría de alguien que había navegado situaciones peligrosas toda su vida. “Señores, dijo con voz calmada pero firme, no hay nada inapropiado aquí.
Paloma me ha enseñado las costumbres mexicanas y yo le he enseñado algunas de las medicinas de mi pueblo. Si eso los ofende, pueden llevarme de vuelta a la prisión. Pero no permitiré que hablen mal de una mujer que ha mostrado más honor y compasión que cualquier otro mexicano que haya conocido. Sus palabras, dichas con tal dignidad y convicción, parecieron desarmar momentáneamente a los visitantes. Fernando miró entre Paloma y Aana.
sus ojos entrecerrándose como si estuviera calculando su próximo movimiento. “Esto no ha terminado”, declaró finalmente, gesticulando a los otros hombres para que lo siguieran. “El pueblo no tolerará que una de nuestras mujeres se rebaje a tal punto. Habrá consecuencias.
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