Al acercarme un poco más, comprendí lo que realmente tenía frente a mí: no era un cordón, sino una pequeña serpiente escondida entre las frutillas. Aunque era inofensiva, el impacto fue inevitable. Nunca imaginamos encontrar algo así dentro de un paquete sellado y aparentemente impecable.
Las frutillas lucían perfectas, limpias y brillantes. Nada hacía pensar que un inesperado “visitante” se encontraba allí.
La reacción inmediata
Sin dudarlo, me comuniqué con el supermercado para informar lo sucedido. El establecimiento retiró de inmediato el lote sospechoso y comenzó a investigar la cadena de suministro para evitar que algo similar volviera a repetirse.
Una lección en medio de la sorpresa
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