—No —respondió Emma, sintiendo un vacío en el estómago—. Daniel nunca comparte nada a menos que se le obligue.
Mientras la policía contactaba a Daniel, el Dr. Mitchell volvió a entrar en la sala con las radiografías de Lily. —Emma —dijo con delicadeza—, el metal había estado allí durante semanas, posiblemente más. El tejido circundante estaba inflamado. Si hubiera permanecido más tiempo, podría haber causado una infección grave.
Las palabras golpearon a Emma como un golpe físico. Siempre había intentado criar a su hija en paz, incluso cuando la terquedad de Daniel dificultaba la comunicación. Pero esto… esto era negligencia en el mejor de los casos, y algo mucho peor en el peor.
Los oficiales regresaron pronto. —Contactamos a su exesposo —dijo la oficial Harris—. Admitió haber llevado a Lily a un consultorio dental temporal sin licencia cerca de su lugar de trabajo porque “era más barato y rápido”. Ya hemos confirmado que la clínica cerró hace dos semanas después de múltiples violaciones de salud. El profesional que trabajó en Lily no tenía certificación dental.
Emma sintió que sus rodillas se debilitaban. —¿Entonces esto no fue un accidente?
—No podemos decirlo con certeza todavía —respondió la oficial—, pero fue imprudente e ilegal. Abriremos una investigación sobre la participación tanto del profesional como de su exesposo.
A través de todo esto, Lily permaneció callada, aferrada a la manga de su madre. Emma se arrodilló a su lado, limpiándole una lágrima de la mejilla. La culpa pesaba mucho: había confiado en que Daniel cuidaría de Lily durante su tiempo con ella. En cambio, su irresponsabilidad había causado a su hija días de dolor y arriesgado su salud.
Mientras se preparaban para salir de la clínica, Emma sintió un cambio lento dentro de sí misma: un endurecimiento de límites, una resolución que se tensaba. Esta vez, no dejaría pasar las cosas. No dejaría que Daniel eludiera la responsabilidad nuevamente.
Durante los siguientes días, Emma gestionó llamadas telefónicas, entrevistas policiales y seguimientos médicos, todo mientras intentaba mantener la vida estable para Lily. La hinchazón en la encía de su hija disminuyó gradualmente, y el Dr. Mitchell programó chequeos regulares para asegurar que no se desarrollara ninguna infección. Emma durmió en el suelo de la habitación de Lily durante dos noches seguidas, despertándose cada vez que su hija se movía, incapaz de sacudirse el miedo de haber pasado por alto señales antes.
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