Reconocer y manejar los niveles altos y bajos de azúcar en la sangre es fundamental para prevenir situaciones que puedan derivar en emergencias médicas. Estas emergencias pueden incluir desde cetoacidosis diabética o deshidratación debido a niveles elevados de glucosa, hasta pérdida del conocimiento por hipoglucemia severa. Aunque la diabetes es una de las causas más comunes de estos desequilibrios, es importante destacar que los niveles de azúcar en la sangre también pueden aumentar en personas no diabéticas debido a factores como infecciones, medicamentos específicos, desajustes hormonales o enfermedades graves.
La hiperglucemia, o niveles elevados de azúcar en la sangre, ocurre cuando el cuerpo no produce suficiente insulina o no la utiliza correctamente. La insulina es una hormona esencial que permite que la glucosa de los alimentos se convierta en energía. Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, las personas con diabetes pueden experimentar hiperglucemia si no siguen una dieta adecuada o no toman sus medicamentos según las indicaciones. Sin embargo, incluso quienes no padecen diabetes pueden presentar niveles altos de glucosa debido a infecciones como neumonía o infecciones urinarias, enfermedades crónicas como el síndrome de ovarios poliquísticos o el síndrome de Cushing, o incluso por el consumo de ciertos medicamentos, como esteroides o diuréticos.
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