Vivía sola en un pueblo pobre de Oaxaca, sin esposo, sin hijos, sin familia cercana. Toda mi vida trabajé la milpa y vendí en el mercado, ahorrando cada peso para sobrevivir.
Aquel año, en una noche de lluvia torrencial, encontré a un bebé abandonado en la entrada de una pequeña iglesia. Todavía estaba envuelto en una manta vieja y empapada, llorando con todas sus fuerzas. Nadie quiso hacerse cargo… así que lo hice yo. Le puse de nombre Diego, con la esperanza de que tuviera una … Read more