Hornear chapata en casa es una experiencia gratificante. El aroma a pan recién horneado que inunda la cocina es realmente irresistible. Si bien el proceso requiere paciencia y atención al detalle, la satisfacción de cortar una hogaza de chapata casera y ver su hermosa miga es inigualable.
La corteza crujiente y el interior tierno lo convierten en un pan versátil que se puede utilizar de diversas maneras, desde hacer paninis hasta acompañar sopas y ensaladas.
Además de su delicioso sabor y textura, la ciabatta tiene un atractivo visual que la convierte en la pieza central de cualquier mesa. Su aspecto rústico y artesanal, con su corteza enharinada y su forma irregular, añade un toque de elegancia a tus preparaciones.
Compartir una hogaza de ciabatta casera con amigos y familiares es una forma encantadora de unir a la gente y celebrar los placeres simples de la buena comida.
En conclusión, la ciabatta es un pan extraordinario que combina una corteza crujiente, una miga esponjosa y un sabor intenso. Sus características únicas y el arte de su elaboración la convierten en un pan apreciado en todo el mundo. Tanto si eres un panadero experimentado como si eres principiante, dominar la ciabatta es una experiencia gratificante que promete resultados deliciosos.
Ingredientes
500 gramos (4 tazas) de harina para todo uso
10 gramos (2 cucharaditas) de sal
5 gramos (1 cucharadita) de levadura seca activa
400 mililitros (1 2/3 tazas) de agua a temperatura ambiente
10 gramos (2 cucharaditas) de aceite de oliva
Harina adicional para espolvorear
Instrucciones
Comienza preparando el prefermento o biga. En un bol, mezcla 100 gramos (3/4 de taza) de harina, 100 mililitros (1/2 taza) de agua y una pizca de levadura. Mezcla hasta formar una masa grumosa. Cubre el bol con film transparente y deja fermentar a temperatura ambiente de 12 a 16 horas.
Al día siguiente, en un tazón grande, combine la harina restante, la sal, la levadura y la biga. Agregue gradualmente el agua restante, revolviendo constantemente, hasta formar una masa húmeda y pegajosa. La masa estará muy hidratada, así que no agregue más harina.
Cubre el recipiente con film transparente y deja reposar la masa durante 30 minutos. Este reposo, conocido como autólisis, permite que la harina se hidrate completamente y que el gluten comience a desarrollarse.
Tras la autolisis, añada el aceite de oliva a la masa. Con una espátula o las manos, realice una serie de pliegues suaves para incorporar el aceite a la masa. Este proceso ayuda a fortalecer la estructura del gluten sin desinflar la masa.
Tapa el bol de nuevo y deja reposar la masa a temperatura ambiente durante unas 3 horas. Durante este tiempo, realiza tres series de estiramientos y pliegues, con 30 minutos de diferencia. Para estirar y doblar, estira suavemente la masa desde un lado y dóblala sobre sí misma, repitiendo este proceso por los cuatro lados.
Tras el último estiramiento y plegado, deje reposar la masa durante el tiempo restante de levado. La masa debería volverse más elástica y burbujeante.
Precalienta el horno a 245 °C (475 °F) con una piedra para hornear o una bandeja para hornear invertida dentro. Coloca una olla poco profunda con agua en la rejilla inferior para generar vapor.
Enharina generosamente la superficie de trabajo y extiende la masa sobre ella. Divide la masa en dos partes iguales. Dale forma a cada parte con cuidado, formando un rectángulo irregular, con cuidado de no desinflar.
¡Disfrutar!