1. Ambientadores artificiales
Aunque huelen bien, muchos liberan compuestos orgánicos volátiles (COV), como el formaldehído, que pueden irritar ojos, nariz y garganta, y con el tiempo afectar los pulmones. Optá por alternativas naturales como difusores con aceites esenciales o carbón activado.
2. Esponjas de cocina
Las esponjas húmedas son el lugar perfecto para la proliferación de bacterias como la E. coli y la salmonela. Cambiarlas con frecuencia (al menos una vez por semana) o desinfectarlas a diario en el microondas por 1 minuto puede reducir el riesgo.
3. Sartenes con recubrimiento antiadherente deteriorado
Los sartenes con teflón viejo o rayado pueden liberar sustancias tóxicas al calentarse, especialmente a temperaturas altas. Reemplazalos por opciones más seguras como hierro fundido, acero inoxidable o cerámica.
4. Alfombras viejas
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