Han estado circulando algunos rumores. Sin embargo, hasta la fecha ningún estudio serio ha establecido un vínculo entre las vacunas contra la COVID-19 y un mayor riesgo de cáncer. Las organizaciones sanitarias mundiales ( OMS, EMA, Salud Pública Francia, etc. ) recuerdan que estas vacunas figuran entre los tratamientos más vigilados en el mundo.
La ciencia permanece vigilante, pero hasta la fecha la vacunación no está entre las causas identificadas.
Qué recordar (y hacer)
Ante esta tendencia, la respuesta debe ser colectiva y proactiva:
- Comprender mejor las causas a través de la investigación científica
- Prevenir antes, con campañas dirigidas a las generaciones más jóvenes
- Identificación de perfiles de riesgo mediante avances genéticos y tecnológicos
- Adaptar el cribado, todavía demasiado centrado en los mayores de 50 años
Porque sí, los cánceres en los jóvenes ya no son una excepción. Y las herramientas para detectarlas, comprenderlas y prevenirlas existen, siempre que prestemos atención.
Mejor informados, mejor preparados: los adultos jóvenes ahora tienen un papel que desempeñar en la prevención… y la ciencia avanza de la mano.