Algunos dolores y molestias parecen inofensivos. Un poco de cansancio, algunos sudores nocturnos, una picazón persistente… Nada que justifique una visita al médico, ¿verdad? Eso pensaba Georgie Swallow también. Sin embargo, tras estas señales triviales se escondía un enemigo mucho más formidable. Su historia es un poderoso recordatorio: a veces, escuchar a tu cuerpo puede marcar la diferencia.
Un simple cansancio… ¿o una señal de alerta?
Como muchas personas activas, Georgie llevaba una vida ajetreada. A sus 28 años, se embarcaba en un proyecto tras otro y atribuía su cansancio al exceso de trabajo. ¿Quién no ha sentido ese cansancio persistente al final del día? Pero cuando empezó a perder peso sin motivo aparente y a sufrir sudores nocturnos, pudo haberle asaltado la duda. Aun así, siguió ignorando estas señales, convencida de que no eran motivo de preocupación .
Picazón insoportable pero… ¿inofensiva?
El síntoma que más la afectó fue la intensa picazón en las piernas. Tanto que se rascaba hasta sangrar. Sin embargo, los médicos inicialmente sugirieron estrés, alergias o incluso urticaria. Cremas, cambios en la dieta… nada funcionó. Y aún no había un diagnóstico preciso.
Un simple bulto en el cuello
El verdadero punto de inflexión fue el descubrimiento de una masa en su cuello. Un detalle que podría haber sido trivial… o preocupante. Pero Georgie, como muchos otros, prefirió ignorarlo, pensando que desaparecería con el tiempo .
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