Estos rasgos a menudo se desarrollan por la falta de afecto durante la infancia.
Una crianza estable y feliz depende en gran medida de la presencia de cuidadores emocionalmente sanos. Sin embargo, la vida no siempre es justa ni sencilla, y algunos adultos no pueden brindar el amor y la seguridad constantes que un niño necesita para sentirse seguro. Cuando falta ese apoyo emocional, puede influir en cómo se comporta una persona en la edad adulta, a menudo manifestándose de las siguientes maneras:
1. Problemas con la baja autoestima
La autoestima comienza a formarse temprano en la vida, construida a través del aliento y la aceptación de los cuidadores. Cuando un niño recibe poco o ningún apoyo, o peor aún, experimenta negligencia emocional o críticas, nunca aprende a ver su propio valor. De adultos, pueden sentirse indignos de amor, felicidad o éxito.
2. Miedo al rechazo o al abandono
Aquellos que fueron decepcionados emocionalmente en la infancia a menudo tienen un profundo miedo a ser rechazados. Anticipan la decepción porque es lo que conocieron al crecer. Para protegerse, pueden evitar la cercanía emocional o la vulnerabilidad, lo que dificulta la formación de relaciones sanas y de confianza.
3. Dificultad para expresar emociones
Desde la infancia, los niños aprenden a comprender y comunicar sus sentimientos observando a adultos emocionalmente equilibrados. Sin esa guía, pueden crecer confundidos acerca de sus propias emociones, lo que lleva a la supresión, el entumecimiento emocional o los arrebatos impredecibles.
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