El Misterio de la Habitación 312-B

Todas las enfermeras que cuidaron a un hombre en coma durante más de tres años comenzaron a quedar embarazadas, una tras otra, dejando completamente desconcertado al médico responsable del caso. Al principio, el doctor Alejandro Salgado pensó que se trataba de simples coincidencias. En un hospital público de la Ciudad de México, donde la vida y la muerte se cruzaban a diario, un embarazo inesperado no era motivo de alarma. Los turnos nocturnos eran largos, el cansancio acumulado hacía estragos y la gente buscaba consuelo donde podía encontrarlo.

Sin embargo, cuando la segunda enfermera asignada a la habitación 312-B anunció su embarazo, y poco después lo hizo una tercera, la certeza científica de Alejandro comenzó a resquebrajarse. El paciente se llamaba Miguel Ángel Torres, un rescatista de Protección Civil de treinta y un años que había quedado gravemente herido tras el colapso de un edificio durante un terremoto en la colonia Roma, mientras intentaba salvar a una niña atrapada entre los escombros. Desde hacía más de tres años permanecía en coma profundo en el Hospital General San Judas Tadeo, inmóvil, conectado a máquinas, sin mostrar ningún reflejo voluntario.

Cada Día de Muertos, su madre enviaba al hospital un pequeño altar con veladoras encendidas y flores de cempasúchil. Las enfermeras comentaban que Miguel parecía tranquilo, casi en paz, como si estuviera simplemente dormido y no atrapado en un cuerpo que ya no respondía. Nadie esperaba nada más de él, hasta que los embarazos comenzaron a repetirse y el patrón se volvió imposible de ignorar.

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