La esclava dio a luz en medio del camino de tierra; pero quienquiera que detuviera el carruaje aquel día cambió…

—Lleven a la madre y al niño a mi hacienda. Inmediatamente. Y nadie, absolutamente nadie, debe mencionarle una palabra de esto al Coronel Rubens.

En la hacienda de Beatriz, Inácia y su hijo, a quien llamó Elias, fueron escondidos. La casa se llenó de una tensión silenciosa. Beatriz cuidaba de ellos en secreto, atormentada por el pasado. Su dama de compañía le advertía constantemente del peligro, pero Beatriz se mantenía firme, murmurando que “no repetiría los errores del pasado”.

Una noche, Beatriz le confesó a Inácia su secreto. Años atrás, cuando recién se había casado, tenía una amiga esclava llamada Joana. Un día, Beatriz vio cómo se llevaban a Joana brutalmente, y ella, paralizada por el miedo, no hizo nada. La culpa la consumía.

—Vi cómo se la llevaban y me callé como una cobarde —confesó Beatriz, con la voz rota—. No me callaré otra vez. Tú tienes la oportunidad que Joana nunca tuvo.

La calma se rompió cuando un mensajero llegó: el Coronel Rubens visitaría la hacienda en pocos días. Beatriz preparó rápidamente un plan de fuga para Inácia: dinero, provisiones y un mapa hacia un quilombo (un asentamiento de esclavos fugitivos).

 

⏬️⏬️ continúa en la página siguiente ⏬️⏬️

Leave a Comment