Esa noche, Anita no durmió, ocupándose del niño. Yo, cansado por el largo viaje, subí a dormir con mis padres.
A la mañana siguiente, llegaron familiares de visita. Mi madre le dio a Anita 1,000 rupias y le pidió que fuera al mercado a comprar víveres para preparar comida para los invitados. Vi que mi esposa estaba exhausta, pero justo cuando iba a decir algo, mi madre gritó:
– “¡Si alguien va al mercado, la gente se burla! Yo también me desperté toda la noche y trabajaré en la mañana. ¡Ella es la nuera, debe hacerse cargo de la cocina!”
Anita, aún acostada, respondió:
– “Estuve despierta toda la noche cuidando de su nieto. Estos invitados son suyos, no míos. Soy la nuera, no una sirvienta.”
Mi madre y yo nos miramos. Me sentí avergonzado frente a los parientes. Enfurecido, arrastré a Anita al almacén y la obligué a dormir allí. Sin colchón, sin manta. Le dije: “Esta vez tengo que ser estricto, para que no vuelva a discutir con su suegra.”
La mañana siguiente
Al día siguiente, cuando abrí la puerta del almacén… Anita ya no estaba allí.
Me asusté y corrí hacia mi madre para decírselo. También se sorprendió, e inmediatamente llamó a toda la familia para buscarla. Un vecino dijo:
– “Anoche la vi llorando, arrastrando su maleta por la calle. Le di algo de dinero para que tomara un taxi y regresara a la casa de sus padres. Dijo que su familia política la trataba como a una sirvienta, y que no lo soportaba más. Está a punto de divorciarse.”
Me quedé en shock. Después de mucho tiempo, Anita contestó mi llamada. Su voz era fría:
– “Estoy en casa de mis padres. En unos días presentaré la solicitud de divorcio. Nuestro hijo tiene 3 años; por supuesto que se quedará conmigo. La propiedad se dividirá a la mitad.”
Mi corazón latía con fuerza. Cuando se lo conté a mi madre, ella dijo:
– “Está amenazando. No se atreverá.”
Pero yo sabía que Anita ya no era la misma. Esta vez, quizás de verdad la había perdido…
Parte 2: Los papeles del divorcio
⏬️⏬️ continúa en la página siguiente ⏬️⏬️