Las causas son múltiples y, a veces, difíciles de identificar. Estas son las más comunes:
- Edad
Con el tiempo, los músculos pierden flexibilidad, lo que aumenta el riesgo de sufrir calambres. - Embarazo
Los cambios hormonales y circulatorios hacen que las embarazadas sean más propensas a sufrir estas molestias. - Actividad física intensa
Un esfuerzo muscular inusual o excesivo puede provocar calambres, especialmente si los músculos no están bien estirados antes y después. - Ciertas enfermedades
como la diabetes, la insuficiencia renal o los problemas circulatorios pueden favorecer su aparición. - Desequilibrios electrolíticos
La falta de magnesio, potasio o calcio altera el funcionamiento adecuado de los músculos. - Deshidratación
Beber muy poco reduce la fluidez de los intercambios en el cuerpo y aumenta el riesgo de calambres. - Ciertos medicamentosCiertos
tratamientos (diuréticos, estatinas, etc.) pueden favorecer estas contracciones involuntarias.
Nuestros consejos para prevenir los calambres nocturnos
Buenas noticias: ¡unos cuantos hábitos sencillos pueden reducir significativamente su frecuencia!
- Mantente bien hidratado
Bebe agua durante todo el día, especialmente durante períodos de calor intenso o después de la actividad física. - Estirar las piernas antes de dormir
Unos minutos de ritual son suficientes para relajar los músculos y favorecer una buena circulación. - Lleva una dieta equilibrada.
Elige alimentos ricos en magnesio (almendras, plátanos, verduras de hoja verde), potasio (aguacate, boniato) y calcio. - Limite el alcohol y la cafeína.
Promueven la deshidratación y los desequilibrios electrolíticos.
¿Qué hacer si tienes calambres durante la noche?
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