Una historia de redención, amor y nuevos comienzos en la mansión Lancaster

Los rumores empezaron a circular. Una criada que recogía niños de la calle. Un millonario solitario que “adoptaba” sin papeles. Algunos vecinos hablaron de escándalos, de tráfico, incluso de chantaje.

Las redes sociales no tardaron en explotar cuando un reportero de tabloide publicó una foto borrosa de Leo y James en el jardín.

“¿Hijo o distracción mediática?”, decía el titular.

James los ignoró.

Hasta que los trabajadores del gobierno llegaron a la puerta.

—Recibimos denuncias anónimas —dijo la mujer del DIF—. Necesitamos hacer una revisión.

Leo se aferró al pantalón de James como si lo fueran a arrancar de nuevo al mundo.

James respiró hondo.

Y, por primera vez en años, se quebró.

—¿De verdad quieren llevarse a este niño… para devolverlo a nada?

La trabajadora lo miró. Luego a María. Luego a Leo.

Y suspiró.

—Tenemos que seguir el procedimiento, señor. Pero usted… puede solicitar la custodia legal. Formalmente. Si está dispuesto.

James asintió.

—Estoy dispuesto a todo.

Parte 6: El juicio legal

Durante semanas, James asistió a reuniones con abogados. Se sometió a entrevistas psicológicas. Mostró papeles, declaraciones de María, incluso cartas escritas por Leo (con ayuda, claro).

La sala del tribunal olía a humedad, madera vieja y tensión.

Leo estaba sentado entre María y un abogado. Llevaba una camisa blanca que le quedaba un poco grande, y el cabello bien peinado.

Cuando el juez le preguntó qué quería, Leo respondió con voz firme:

—Quiero quedarme con el señor James. Él… él me ve. No como un estorbo. Como una persona.

El juez bajó la mirada.

Y dictó sentencia.

—Este tribunal otorga la custodia provisional a James Lancaster, con posibilidad de adopción definitiva en seis meses, si todo se mantiene en orden.

María rompió a llorar.

James apretó la mano de Leo.

Y el niño… simplemente sonrió.

Parte 7: El día más importante

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